La Historia de la Almadraba de Lepe: Un Tesoro Cultural en la Desembocadura del Río Piedra. Desde tiempos antiguos, la desembocadura del río Piedras ha sido testigo de una tradición que perdura en la memoria de los habitantes de Lepe: la captura de atunes y la creación de salazones para su conservación. Aunque los romanos ya conocían estas técnicas, el término “almadraba” proviene del árabe, y su relevancia ha dejado huella en la historia de la región.
La nueva Almadraba de Lepe fue puesta en funcionamiento en 1929 y operó hasta 1962, siendo declarada Bien de Interés Cultural en 2015. Para aquellos que deseen profundizar en su historia, tanto Wikipedia como YouTube ofrecen valiosas fuentes de información.
Durante el último curso escolar, tuvimos la oportunidad de asistir a unas interesantes clases impartidas en el salón de actos de la Comunidad de Regantes de Lepe. Estas lecciones, a cargo de Emilia Mendoza y Águeda Gómez exploraron la vida cotidiana y en el Real de la Almadraba, destacando las vivencias de muchos le peros que formaron parte de esta comunidad única entre los que podemos citar a los hermanos Juan, Francisca y Mari Carmen Martín Cordero entre otros muchos. Se J. Antonio Ramírez trataba de un entorno que funcionaba casi como un pueblo independiente, con un economato y una serie de servicios disponibles para los trabajadores y sus familias durante los meses de capturas.
La organización de la Almadraba era jerárquica, con el capitán y el administrador como máximas autoridades. A pesar de la Guerra Civil, este enclave permaneció ajeno a los horrores del conflicto, ya que la comunidad mantenía el suministro de alimentos y recursos gracias al esfuerzo del Consorcio. Los trabajadores y sus familias apenas notaban la falta de suministros, lo que hacía que muchos prefirieran permanecer en la Almadraba en lugar de enfrentar la dura realidad del conflicto.
Entre los testimonios de aquellos tiempos destacan las palabras de leperos como Manuel Santana “Pasita”, Antonia Camacho Feria, Florentino Méndez otros muchos quienes vivieron en la Almadraba desde su infancia. Estos antiguos moradores recuerdan con nostalgia los juegos, la escuela y la vida en la comunidad. Hoy en día, las instalaciones de la Almadraba se encuentran deterioradas, pero aún conservan gran parte de su estructura original.
Aunque las administraciones han comenzado algunas rehabilitaciones parciales, estas emblemáticas instalaciones corren el riesgo de desaparecer. Dado que es uno de los pocos conjuntos arquitectónicos que se conservan en su totalidad, sería una pena que se perdieran para siempre. Lepe tiene una oportunidad única de involucrarse en la mejora y explotación de este verdadero paraíso, que representa no solo un legado histórico, sino también un futuro potencial para la comunidad.

J. Antonio Ramírez