Cristóbal Méndez

Un día de Agosto del año 2.002, contactó conmigo Delfín Galiano Orea un hombre nacido en Sevilla, que había sido médico de la Federación Catalana de Tenis, y de la Selección Española de Baloncesto, y que en esos momentos era Director del Centro Andaluz de Medicina del Deporte. Él fue quien me informó de la vida y milagros del protagonista de esta historia, el lepero Cristóbal Méndez.

Siempre habíamos creído que el libro “Artes de la Gimnasia”, del médico italiano Jerónimo Mercurial publicado en el año 1.569, era el primero que se escribió sobre el ejercicio físico, así estaba considerado por todos los expertos en la materia, porque además era descrito como el verdadero Catón de la educación física.

Pero resulta que 16 años antes, es decir en el año 1.553, ya se había publicado en la humilde imprenta sevillana de Gregorio de la Torre, un libro de 140 páginas con 40 capítulos, con el título de “El Libro del Ejercicio Corporal y de sus Provechos”, que al parecer es el primer trabajo conocido en la Europa del renacimiento, sobre las bondades del ejercicio físico.

Y que dicho trabajo, fue realizado por un paisano nuestro llamado Cristóbal Méndez, un lepero que fue una de las figuras más notables y enigmáticas, de la medicina deportiva española en el siglo XVI.

Cuando nace Cristóbal Méndez allá por el año de 1.500 dentro de una familia acomodada, Lepe es una villa fundada por los fenicios y habitada por los romanos, que le darían el nombre de Laepa. Encuentro de las tres culturas en el medievo y reconquistada a los árabes por los templarios. En aquellos momentos estaba habitada por seiscientos vecinos que vivían mayoritariamente del campo y de la mar.

Pocos datos se tiene de su nacimiento en este pueblo, pero lo que realmente aclara la cuestión es la declaración del propio Cristóbal Méndez ante un tribunal de la Inquisición, al que es poco probable que se atreviera a mentir.

El legajo que se conserva en el Archivo General de la nación de México como (Proceso del Santo Oficio contra el doctor Cristóbal Méndez) en el que puede leerse lo siguiente:

“Le fueron hechas las preguntas siguientes:

Preguntado: ¿cómo se llama? dixo que el doctor Xriptóbal Méndez.
Preguntado: ¿de dónde es natural de los reinos de Castilla? dixo que es natural de Lepe, que es del Condado de Ayamonte”.

Su espíritu aventurero, le lleva siendo casi un niño a la ciudad de Sevilla, y es allí donde recibe una esmerada educación, estudiando gramática en el colegio de Santo Tomás.

En esta época se inicia en los juegos propios de la marinería como, la herradura, los Dardos, la Chueca, la Vilorta, el Herrón o el Tejo, la Espada, el Bastón, la Rodela y la pelota, practicándolos con los Pajes del Arzobispo de Sevilla Diego de Deza, y es así como se aficiona y descubre los beneficios del ejercicio físico.

Posteriormente entre los años 1.524 y 1.526, se traslada a la ciudad de Salamanca para completar los estudios de Artes, y allí es donde termina la carrera de medicina, ejerciendo como alumno de la Facultad de la Universidad salmantina. Se aficiona al deporte de la Caza dedicando a ello sus ratos libres, junto a un conocido caballero amigo suyo y llamado Juan Acevedo.

Una vez terminados los estudios de medicina, en los dos años siguientes se desplaza para ejercer su trabajo a las ciudades de Toledo y Rota (Cádiz), bajo el mecenazgo del duque de Arcos.

El día 24 de Julio de 1.528, una vez ya casado con Mayor García, es cuando emigra a América, embarcando con destino al Virreinato de Nueva España (México), con el nombre de “Cristóbal Méndez de Lepe, vecino de Jaén”.

Es allí donde desarrolla sus grandes conocimientos médicos, y en el año 1.534, es nombrado por la Real Audiencia miembro del tribunal médico, encargado de realizar una tasación pericial, sobre unos medicamentos administrados por el boticario Diego Velázquez a la familia del Conquistador Hernán Cortes y su esposa Juana de Zúñiga, de la cuál Cristóbal Méndez fue su médico particular.

En el año 1.536, es nombrado por el Cabildo de México, responsable del Tribunal del Protomedicato de la ciudad, que era el encargado de examinar a los Físicos y Cirujanos, así como a Ensalmadores, Boticarios, Especieros, Herbolarios, y otras personas que optasen a esos oficios, con el fin de evitar el intrusismo en estas profesiones.

El día 3 de Diciembre de 1.538, diez días antes de que realice su declaración ante el Proceso del Santo Oficio, el Cabildo de la ciudad lo comisiona para qué en compañía del Doctor Jiménez y de otros funcionarios, gire una visita de inspección a las boticas y examine a las parteras.

El 13 de Diciembre de este año 1.538, se celebra un proceso judicial del Tribunal de la Santa de la Inquisición, contra el médico lepero y otros dos compañeros, Juan de la Peña Vallejo y Juan Alonso de Sosa, que son llevados a juicio porque en el año 1.531, son denunciados por un compañero envidioso, llamado Blas de Bustamante, al que Cristóbal Méndez había tachado de ignorante.

Los tres fueron acusados de herejes, por fundir unas medallas de oro fino, justamente el día en que el sol entra en algunos signos del zodiaco, con el fin de colocárselas en el cuello, pues según se creía, esto les ayudaría a ser más felices disfrutar de buena salud, y al parecer servían también para combatir el dolor de riñones. Finalmente, aquella acusación no llegó a nada, pues hubo un cambio en el cargo de Inquisidor y el juicio se quedó sin resolución.

En el año 1.545, tras pasar diecisiete años de fructifica labor americana, inmersos en una travesía bastante accidentada realizada en varias escalas, Cristóbal Méndez regresaba a España probablemente rico, instalándose en la ciudad de Jaén donde habitó durante cinco años, hasta que en 1.551 se trasladó a Sevilla.

Allí en la ciudad de la giralda, es donde en el año 1.553 publica “El libro del Ejercicio Corporal y de sus Provechos”, del que muchos dicen, que es el primero del que se tiene constancia sobre esa temática.

El médico historiador Antonio Hernández Morejón, le atribuyen otra obra titulada “Del Exercicio del Suspirar” escrita en 1.551, de la que no se conserva ningún ejemplar, ni consta en ningún catálogo ni bibliografía.

No se sabe con exactitud ni el año ni el lugar de su muerte, pero todo parece indicar que falleció sobre 1.560 ya con casi sesenta años, bien en la ciudad de Sevilla, o en algún lugar de América donde habría regresado.

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Manolo Castillo

En esta sociedad del siglo XXI, quizás porque nos han acostumbrado a ello, cuando entramos a formar parte de cualquier actividad social, somos muy dados a querer demostrar que somos los dueños de las mismas y por ello podemos hacer lo que nos
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Por ello, creyendo que es de bien nacidos ser agradecidos, y solo pensando en recordarlos como iniciadores de todas las instituciones del pueblo, es por lo que vamos a dedicar cada mes unas páginas en Lepe Actual, donde insertaremos documentación que acredite que ellos fueron los auténticos PIONEROS.

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