Lepe, desde tiempos inmemoriales, ha tenido una gran actividad con las higueras y todo lo relacionado con este a árbol mencionado en la Biblia y que formaba parte del paraíso terrenal, pues, Adán y Eva, se cubrieron su cuerpo con dichas hojas.
Estos árboles, en las tierras de nuestro municipio y en otros de la zona, adquieren unas propiedades especiales que hacen del higo una fruta exquisita y que fue en su día una actividad muy productiva para nuestros agricultores. Esta especie de arbusto, que puede alcanzar grandes dimensiones, como saben nuestros ancestros, producen dos cosechas al año, la primera durante el mes de junio, que son los llamados “lámpagos”, y que suponen las primeras frutas del verano; y también una segunda cosecha, en la segunda quincena de agosto, que son los higos que se secan para consumirlos en la época invernal. También existe otro árbol de parecidas características, llamado brevera, que, igual que las higueras, también producen dos cosechas, y sus frutos son de forma alargada y negra.
Con la primera cosecha, los agricultores enviaban estos higos frescos a los mercados provinciales en canastos de verga, y eran muy solicitados en poblaciones como Isla Cristina y algunos pueblos del Andévalo donde escaseaban, y a Huelva capital, junto con otras frutas de temporada como las ciruelas y las peras sanluqueñas.
Aún recuerdo cuando, terminando las fiestas patronales de la Bella y San Roque y se recogía la procesión de San Roque, ya los campesinos tenían todo preparado con sus animales y utensilios para iniciar, esa misma noche, el camino de los higuerales, donde iban a permanecer alrededor de dos meses recogiendo la cosecha y haciendo las primeras labores de secado en las esteras fabricadas para la ocasión. Durante el tiempo de la recogida tanto los patronos como los jornaleros permanecían viviendo en el campo, comiendo y durmiendo al aire libre o debajo de las higueras, con pocas comodidades, y volviendo cuando podían a sus domicilios para asearse y cambiarse de ropas.
Una vez hecha la recolecta, la cosecha era trasladada a almacenes de Lepe donde las cuadrillas de mujeres se dedicaban a lavar y envasar los higos para enviarlos a los más variados mercados, incluso del extranjero, ya que eran muy apreciados por su calidad.
Actualmente, Lepe lidera el cultivo de los frutos rojos a nivel internacional y ha tomado el testigo de lo que antaño fueron los higos y, además, es una importante fuente de ingresos para nuestro pueblo, así como acaparador de mano de obra tanto local y extranjera. Hemos pasado de una agricultura de secano a una actividad moderna con métodos avanzados en todos los aspectos, desde la utilización de maquinaria automática así como control de temperaturas y aplicación de abonos y fitosanitarios de probado rendimiento para la mejora de la producción y calidad.

J. Antonio Ramírez