FITNESS: Dúchate con agua fría

El agua caliente es un invento reciente. Salvo que vivieran cerca de alguna terma ancestral, los primeros humanos se bañaban al natural. Nuestros genes se forjaron en la adversidad, y se deterioran con el exceso de comodidad.
En la sociedad actual la temperatura interior de nuestras casas se ha elevado varios grados en pocas décadas, estrechando nuestra zona de confort térmico y atrofiando nuestra capacidad de lidiar con el entorno natural. La monotonía térmica nos hace por ejemplo gastar menos calorías, y multitud de estudios concluyen que esta comodidad es una causa adicional de la epidemia de obesidad. ¿Por qué ser más amigo de frío? Al exponer tu cuerpo al agua fría, activas tu sistema nervioso, aumentando tu energía y fortaleciendo tu sistema inmune. Es como una dosis de café matutina, pero sin los efectos secundarios negativos.
Además, la ducha fría es un poderoso antidepresivo. El shock del agua fría desencadena la liberación de endorfinas, neurotransmisores responsables de mejorar el estado de ánimo y reducir la sensación de dolor. Esta sensación de euforia puede durar horas después de la ducha, brindándote un impulso de felicidad duradera.
A nivel físico, la ducha fría tiene beneficios sorprendentes para la piel y el cabello. El agua fría ayuda a cerrar los poros de la piel, reduciendo la producción de sebo y evitando la obstrucción de los poros. Esto puede ayudar a prevenir el acné y otras afecciones cutáneas.
Además, el agua fría fortalece los folículos capilares, lo que puede ayudar a prevenir la caída del cabello y dejarlo más brillante y fuerte.
Así mismo, la ducha fría es una excelente manera de desarrollar la fuerza de voluntad y la resiliencia. Superar la incomodidad inicial de enfrentarse al agua fría requiere determinación y disciplina, habilidades que pueden transferirse a otras áreas de la vida.
¿Cómo utilizar el frío para estar más sano?
El mensaje principal es que no buscamos una exposición crónica al frío, sino estímulos puntuales. Por eso soy partidario de la ducha fría, al ser un estímulo puntual fácil de regular.
Puedes empezar terminando tu ducha normal con 30 segundos de agua templada. Con el tiempo vas alargando la duración y bajando la temperatura. Algo razonable sería terminar con dos minutos de agua fría, o duchándote directamente con agua «fría» durante el verano.
Y por supuesto, nada supera bañarse en la naturaleza. Siempre que tengas la oportunidad disfruta de un baño refrescante en la playa.
Experiencia personal
Considero a la ducha fría una herramienta poderosa para mejorar tu salud física y mental, así como fortalecer tu voluntad de hacer algo que cuesta. Siempre que me he duchado con agua fría he conseguido sentir una mejora en mi cuerpo, me ha ayudado a pasar fortalecer mi sistema inmune consiguiendo resfriarme menos. Así que la próxima vez que estés frente al grifo, prueba ducharte un poco con agua fría no sólo en verano sino durante el resto del año, al principio cuesta pero tras ducharte los beneficios son mayores que el sacrificio.

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