El origen de lo que hoy conocemos como La Antilla
A principios de los años 60 del siglo pasado, resurgió nuestra playa con la construcción de varias calles de chalets y bloques en la avenida de Castilla, que más tarde se convirtió en la arteria principal de La Antilla. Este desarrollo se acompañó de una nueva filosofía de bienestar ligada al sol y al agua salada, y vino a complementar las construcciones ya existentes, como la barriada de los pescadores, así como las antiguas edificaciones de algunas familias adineradas de Lepe y de otras localidades de las provincias limítrofes.
¿Qué es hoy en día de La Antilla?
El eslogan creado por Manuel González Oria, “El lugar de las horas felices”, ha quedado superado tras tantos años en vigor. Desde 1980, las distintas administraciones y gobiernos han aplicado la ley del mínimo esfuerzo en cuanto a inversiones e infraestructuras en nuestra playa, con la excepción de la recuperación de la zona de baño debido a la falta de arena, lo que ha supuesto la pérdida de gran parte de la playa.
Muchos vecinos, tanto leperos como forasteros, se quejan de los malos olores, del abandono de las calles por falta de mantenimiento, de la carencia de aparcamientos, de la escasa atención a la limpieza, y sobre todo de las imágenes tercermundistas que ofrecen los contenedores de basura. Estas situaciones pueden atribuirse tanto a la dejadez y mala educación de algunos usuarios como a la falta de atención de los servicios municipales.



Fotos del grupo de Facebook “Amigos de La Antilla”. Verano 2024.
Es una pena la mala publicidad que nos generan estos hechos ante la opinión pública, cuando la actividad turística de nuestra playa representa una fuente importante de ingresos para muchas empresas y familias del entorno. Desde la página de Facebook “Amigos de La Antilla”, de la que soy administrador, recibimos muchísimas quejas de usuarios que transmiten su malestar por la situación que deben soportar. Nuestro Ayuntamiento percibe importantes ingresos por tributos como el IBI, la recogida de residuos, el agua y la basura durante todo el año, y me gustaría saber qué porcentaje de esos ingresos se invierte realmente en nuestra playa.
¿Es este el fin del turismo en La Antilla?
Es lamentable que estemos dejando de prestar la atención que se requiere, al punto de que muchos propietarios están considerando vender y abandonar nuestra playa, a pesar de ser usuarios de larga trayectoria que recuerdan con cariño lo agradable que era su vida en la añorada Antilla.
Puedo citar un claro ejemplo de esta dejadez: durante el mes de junio de 2024, una furgoneta derribó una farola en la calle Veleta. Esta permaneció ausente durante todo el verano, generando críticas tanto de vecinos leperos como de otros lugares, quienes realizaron múltiples reclamaciones sin obtener respuesta hasta febrero de 2025, cuando fue finalmente reemplazada. Esto se logró gracias a gestiones ante un teniente de alcalde y a la colaboración de un electricista de Lepe. Tuvimos que utilizar todas nuestras influencias para conseguir algo que normalmente debería haberse solucionado en pocos días o semanas.
En octubre, coincidiendo con la despedida de Juan Manuel González Camacho como alcalde, tuvimos conocimiento de la contratación, por parte de la Dirección General de Costas, de un proyecto para la regeneración de arenas y la construcción de un espigón. Esta es una buena noticia para nuestro pueblo, ya que supondrá la recuperación de gran parte de la zona de playa para el disfrute de los veraneantes que nos visitan cada verano.
La diferencia de atención entre Islantilla y nuestra playa es muy notable. Podemos observar la gran limpieza que existe en todos los aspectos —calles, jardines y contenedores— en la Mancomunidad, en contraste con la gran precariedad de estos mismos aspectos en La Antilla. Se nota que los gestores de ambas playas no muestran el mismo interés, lo que perjudica claramente a nuestra playa.
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J. Antonio Ramírez