Carta a un amigo

Carta a un amigo sobre la lectura

En esta carta a un amigo, comparto reflexiones personales, recuerdos y un sincero agradecimiento por una amistad que ha influido profundamente en mi vida.

Apreciado colega:

Ante la imposibilidad de contactar contigo a través del teléfono, te envío la presente. Te deseo lo mejor, y espero que sigas, como siempre, acomodado entre los muebles que utilizas para tu reposo.

Una amistad forjada en el tiempo

Yo, como sabes, desde que terminó mi vida laboral dejé tableros, puntales, y cemento en el almacén del recuerdo, y la bolsa de las puntillas acumulando óxido de olvido en un trastero.

No nos reunimos con la asiduidad que yo quisiera. Pero supongo que con la pasividad que te caracteriza te dará igual que nos veamos o no. Aunque quiero pensar que me echarás de menos, al igual que yo a ti.
Sabes que eres un poco cerrado en el trato, y hay que darte mucha confianza para que te abras a los demás. Mi forma de ser tiene cierta afinidad con la tuya y tal vez por eso hemos hecho siempre buenas migas.

Reconozco que esos comportamientos nos evitan los problemas que a veces sufren los extrovertidos y charlatanes. Ya que la cosa que más fácilmente se abre, por error, es la boca.
Me apena no verte por la calle entre la gente como en otros tiempos. Debido a que gran parte de esta desquiciada sociedad pasa de lecturas. Prefieren aferrarse compulsivamente a ese diabólico tataranieto de Alexander Graham Bell llamado “móvil”.

Sé que tú compartes conmigo estos razonamientos porque somos camaradas desde mi niñez. Por eso, busco de vez en cuando tu entrañable compañía. Ya que tu amistad ha sido para mí el cauce por el que han discurrido muchos de los mejores momentos de mi existencia.

La sabiduría que deja huella

Te debe bastante este aprendiz de columnista, al que diste a conocer muchas obras que le vinieron bien para hacerse más experto en su oficio y en otras labores como este hobby de la escritura, y sobre todo, para realizarse como persona y vivir otras vidas además de la suya propia.

Gracias compañero, por haberme cobijado tantas veces bajo la agradable sombra de las hojas de tu árbol del Saber.

Espero acompañarte en tu fiesta onomástica el próximo veintitrés de abril, para regalarte mis ojos por un rato en agradecimiento a tus sabios consejos y enseñanzas, entre las que está aquella de: “Un hombre pobre puede ser feliz, pero ningún hombre feliz es pobre”, a la que se puede añadir: y si sabe leer, y lee, menos pobre todavía.

Sin más por ahora y deseando que recuperes más protagonismo entre esta estresada humanidad, recibe un fraternal abrazo de este que quiere seguir contando contigo hasta sus últimos días. Con tus páginas despertaste mi infancia, y con ellas, harás más agradable y llevadera la espera del interminable sueño, haciendo que el zarpazo sea más suave para tu amigo:

José Dacosta Ramírez.

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El árbol del Saber también echa sombra en nuestro pueblo, recuerda que la Biblioteca de Lepe siempre tiene sus puertas abiertas.

José Dacosta

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