Atrás queda el calor, trasnochar y los amores de verano, dejando paso a las castañas asadas y los cambios de armario. Octubre es un mes curioso, por lo menos para mí, como también soy de pueblo se acerca la fecha en la que no dejas de escuchar durante 31 días lo que la gente opina de la celebración de Halloween y Todos los Santos. No importa que preguntes o no, cada uno da su opinión y como lo haga en un sitio público el debate está servido.
Cuando era niña, antes de que esa palabra anglosajona apareciera en nuestras vidas, la tradición era ir a casa de mis abuelos y recoger los tradicionales “tosantos”, así llamábamos a una pequeña bolsa de castañas, nueces, almendras y otros frutos secos. Llegando esa fecha, cada niño corría con ilusión a casa de sus padrinos, abuelos o familiares para comer y disfrutar en familia de estos productos típicos del otoño. Eran otros tiempos, hay costumbres que se van perdiendo, pero siempre podremos recordar con añoranza y cariño aquellas vísperas del 1 de noviembre.
Un año más, solo queda esperar a finales de mes para ver por qué lado se decanta la gente, ¿castañas o calabazas? ¿nueces o esqueletos?
Profundizando en el tema, resulta interesante reflexionar sobre ambas celebraciones de fama mundial, no solo en la incorporación de las nuevas, sino en la invasión que esto ha provocado. Siendo honestos, España es un país de riquísima cultura, del que están desapareciendo costumbres y señas de identidad, convirtiéndolo en una sucursal de otra cultura, movida por la adoración del dinero y cuyo propósito es uniformar el mundo, barriendo todo rastro de singularidad en aras de una globalización que castiga diferencias y valores autóctonos.
Antaño, la festividad de Todos los Santos no llevaba aparejado un gasto en disfraces y se consumían productos propios, muchos en franca desaparición: carne de membrillo, pan de higos, arrope, níspolas…
Hemos sucumbido a un tsunami impuesto por la fuerza del dinero y la presión de las multinacionales del mercadeo con la colaboración entusiasta de la ingenua gente de la calle, que se ha apresurado a abrazar las novedades, vistiendo a hijos y nietos, con disfraces fuera de la época del carnaval.
¿Y tú? ¿Eres más de Halloween o de Todos los Santos?
Isabel Gómez, Directora Lepe Actual