Desde afuera, la meditación se puede ver como una práctica abstracta –solo estás ahí, existiendo, haciendo nada (aparentemente)–, pero sus beneficios a largo plazo son muy beneficiosos.
Aunque muchas personas la vinculan con lo religioso, la meditación es una práctica laica: no requiere creencias ni adhesión a doctrinas.
Se centra en el estudio de la mente, cultivando el mindfulness o atención plena. Este estado implica observar los contenidos de la consciencia, como pensamientos y emociones, sin juzgarlos.
El mindfulness no es místico, sino consciente. No se trata de tener experiencias específicas, sino de observarlas sin aferrarse o rechazarlas. Por ejemplo, ante el dolor, el objetivo no es eliminarlo, sino observarlo sin juicios.
Beneficios destacados
La meditación ofrece una valiosa contribución a una vida saludable y deportiva. Al practicarla, cultivamos la atención plena y la gestión del estrés.
Entre los beneficios más relevantes encontramos que la meditar reduce la ansiedad, depresión, angustia, estrés, y pensamientos negativos.
Te ayuda a mejorar la función cognitiva, incrementando por ejemplo la concentración y memoria de trabajo. Además te consigue mejorar la calidad de sueño.
También es un excelente recurso para lidiar con el dolor, agudo o crónico. Te ayudará a reducir la intensidad y grado de incomodidad del dolor. Personalmente, he experimentado sus beneficios al reducir mi estrés y mitigar migrañas.
¿Cómo meditar?
Desde mi propia experiencia te recomiendo comenzar a través de meditaciones guiadas que puedes encontrar en Youtube o aplicaciones gratuitas sobre cómo meditar que te guíen en tu práctica. Así mismo lo hago yo. De esta forma tendrás a un profesor que te irá dando instrucciones desde tu móvil y te será más sencillo que estar sólo sin idea de cómo proceder.
Meditar es una habilidad que, como cualquier otra, requiere tiempo y práctica para notar mejoras y beneficios.
Esta práctica no solo puede mejorar tu salud, sino también enriquecer tus relaciones contigo mismo y con los demás, aliviando el sufrimiento, aunque sea momentáneamente.
¿Aún no consideras que vale la pena meditar?
Por Manuel Jesús Rodríguez