La belleza del perdón se encuentra en la timidez,
aquella que a veces calla o habla tartamudeando sin deje.
El perdón que no en todo reproche cabe,
el perdón que no solo me hace perdonarte,
el perdón que se vive cuando llevas necesitándolo todo el tiempo que parece, llevas culpándote.
El suspiro antes de un lo siento o siguiente a no sentirlo.
La duda del que escucha, que no conoce la mentira de quién le sujeta la mano.
La certeza del que vive sin remordimiento,
porque sabe de quién son esclavos.
La belleza del perdón que nunca te he perdonado,
del enredo que aún no has desliado,
de la mentira en la que vives enterrado, porque solo el inteligente sabe que tú eres el malo.
El lo siento más barato te ha salido caro, pues cuando tú estabas negando yo ya sabía quienes eran los de tu bando.
Más hoy gozo feliz, porque la culpa la dejé, yo misma me perdoné, por creer tus disculpas de papel maché, por esperar de ellos lo que de ti esperé.
La belleza del perdón, que nunca te perdoné.
Por Betsabé García