La única operación bañador válida: vivir el verano con libertad
Durante años, tanto en las redes sociales como en la sociedad actual, nos han vendido unos estándares de belleza diseñados para agradar a los demás, que funcionan como esposas o grilletes que nos presionan y limitan. Las redes sociales, además, amplifican esta realidad al exponernos a una mayor variedad de cuerpos y estereotipos, aumentando la presión y el alcance de estos modelos impuestos.
Esta constante exposición crea una realidad en la que parece que solo ciertos cuerpos, actitudes o estilos son válidos para disfrutar del verano o sentirse cómodos con uno mismo. Pero esta idea no solo es falsa, sino dañina. Nos aleja de la libertad que deberíamos tener para vivir el verano tal como somos, sin imposiciones ni juicios.
La verdadera operación bañador podría ser aprender a disfrutar al máximo de las actividades, lugares y personas que nos hacen sentir bien. Reír con los amigos, flotar en el agua sin pensar en el ángulo de nuestra barriga, sentir la brisa, el sol, el abrazo de alguien que nos quiere tal y como somos. Porque este verano no vuelve. Y desperdiciarlo intentando complacer miradas ajenas, una misión imposible, es un precio demasiado alto.
Todos somos ombligos del mundo
Curiosamente, mientras tú estás preocupada por si alguien nota ese michelín que se marca, esa otra persona está centrada en su propio complejo. La mayoría está tan ocupada pensando en qué imagen proyectan, que no tienen tiempo ni conciencia para mirar realmente a los demás. Y cuando lo hacen, no lo recuerdan por mucho tiempo. Lo que para ti puede parecer un mundo, para otra persona puede ser apenas una nota pasajera… si es que llega a notarlo.
Esto nos lleva a una pregunta clave, ¿por qué damos tanta importancia a lo que otros podrían pensar de nosotros, y tan poca a cómo nos sentimos al ser juzgados? Nuestra autoestima debería construirse desde adentro, desde lo que nos nutre, no desde lo que nos limita. No deberíamos necesitar validación externa para disfrutar de un día en la playa, para bailar, para reír, para vivir.
Cuídate de lo que te hace sentir mal
Sentirnos mal por una mirada, un comentario o una crítica no es debilidad. Es sensibilidad. Y esa sensibilidad puede convertirse en una aliada si la escuchamos con respeto.
Si un comentario te apaga, te limita o te avergüenza, probablemente no nace del cuidado sino del juicio. Si ese comentario te hace sentir así, te está haciendo daño y no es bueno para ti.
A veces, lo que nos duele no es solo lo que alguien dice, sino lo que representa: una actitud que puede dañarnos o dañar a otros, y que no queremos normalizar.
Si alguien se burla de nuestro cuerpo o del cuerpo de otra persona, no solo nos incomoda: nos muestra un tipo de relación que quizás no nos haga bien. Y ese malestar puede ser una brújula que nos oriente hacia entornos más seguros, donde esté bien ser quienes somos sin miedo al juicio.
No se trata de hacernos los fuertes ni de fingir que no pasa nada. Se trata de reconocer con honestidad lo que nos afecta, y decidir no quedarnos donde no nos sentimos en paz.
¿Qué entorno eliges?
Debemos aprender a seleccionar las opiniones en función de cómo nos hacen sentir, no de quién las dice ni de cuán seguras suenan. No todo lo que se opina sobre nosotros merece ser escuchado ni mucho menos tomado como verdad.
Si un comentario te apaga, te limita o te avergüenza, probablemente no nace del cuidado sino del juicio.
Si ese comentario te hace sentir así, te está haciendo daño y no es bueno para ti.
Y una regla aún más importante: no deberíamos hablarnos a nosotros mismos de una manera que jamás usaríamos con alguien a quien queremos. Ni permitir que otros lo hagan. El cariño, también en el lenguaje, es una forma de respeto. Y eso empieza por cómo nos tratamos cuando nos miramos al espejo, o cuando pensamos en ponernos ese bañador.
Por ejemplo, si por pesar cinco kilos más (o tener un tipo de cuerpo distinto, una cicatriz, celulitis o cualquier rasgo no idealizado), alguien decide no compartir tiempo contigo o te considera menos válida, eso dice más de esa persona que de ti.
Este verano no se repite: vívelo como mereces
Puedes disfrutar del agua aunque tengas estrías, pelos, celulitis o kilos que no se ajustan a los estándares. Puedes reírte, nadar, jugar, hacer fotos, bailar. No necesitas esconderte. Pero si sientes miedo o incomodidad, tampoco te castigues por eso. Has crecido en una cultura que nos enseñó a tener vergüenza del cuerpo real, del cuerpo vivido.
La diferencia está en hacia dónde decides mirar ahora. Puedes elegir priorizar tu bienestar, lo que te da vida, lo que te conecta. No se trata de no tener complejos, sino de que esos complejos no te impidan vivir. No renuncies a experiencias valiosas por encajar en una expectativa que nunca fue tuya.
Este verano no volverá. Ni este mar, ni esta piel, ni esta edad, ni esta versión de ti. Mereces disfrutarlo sin la carga de gustar a todos, sin la trampa de pensar que cuando cambies “X” cosa, entonces sí podrás permitirte vivirlo. Porque la única condición real para disfrutar es estar presente.
Vamos a notar el frescor del agua, el calor de las personas queridas, las risas compartidas, los atardeceres que calman. Y si alguien piensa algo de tu cuerpo, que piense. Tú elige pensar: “Qué bien que estoy aquí, en este momento, haciendo lo que me apetece, con quienes me hacen bien”.
Cambiemos el enfoque de: “Escuchamos, pero no juzgamos” por:
“Vivimos, compartimos, disfrutamos… pero no juzgamos.”
Porque el verdadero cambio no está en el cuerpo, sino en la forma de mirar. Empecemos por la nuestra.
Descubre otros artículos de psicología aquí.

Isabel Rodríguez @conciencia.psico
Hola. Soy Isabel, Psicóloga Clínica y Neuropsicóloga. Natural de Lepe. Me gustaría utilizar este espacio que me han cedido para acercar a mis vecinos y vecinas del pueblo conocimientos que espero que puedan resultar útiles, sobre el ámbito de la salud mental, así como proporcionar herramientas que puedan aplicar a la hora de gestionar situaciones de nuestro día a día.