Historia de un escritor: de una tienda de barrio a los libros
Perdonen que hable de mĆ e indirectamente de lo importante, de los libros y la vida. El primer libro que leĆ me lo prestaron, era Ojos de perro azul de GarcĆa MĆ”rquez y sentĆ la fascinación por el lenguaje, algo asĆ como un encantamiento.
En mi casa, no habĆa un solo libro, solo estaban los del colegio y los libros religiosos de mi madre. Pero yo fui ateo muy pronto. En realidad yo no tenĆa Dios ni casa, sino un negocio, una tienda que me hacĆa estudiar y hacer los deberes en mitad del trasiego de la tarde noche, con los clientes y la bulla, chica o grande, que se formaba en aquella no casa tan entraƱable en la que me criĆ©. Ā”CuĆ”nta rabia por aquellos niƱos que vagaban libres por las tardes buscando nidos, haciendo pandorgas en el aire, disfrutando de una vida de liberación!
Cómo empezó la pasión por escribir y contar historias
DespuĆ©s vino el gusto por la lectura, con una forma de leer que desde siempre me llevó a fijarme antes que nada en la forma, en el uso del lenguaje, en el modo en que los autores plasmaban unas historias que casi siempre me parecĆan menos importantes que el modo en que lograban armarlas. Supongo que eso debió influir mucho en el reto que supone contar, escribir, relatar, armar un escrito, un columna, una novela, un ensayo, un cuentoā¦
En el Instituto, cuando el bachillerato, me dio por crear un periódico como vehĆculo y reto. AllĆ me inventaba el horóscopo de mofa, un gĆ©nero adorable. TambiĆ©n la columna de contraportada, algĆŗn artĆculo reseƱa, ensayo de periodismo. Digamos que aquello resultó, que profesores y compaƱeros se quedaron sorprendidos por la soltura y el desparpajo, cuando yo pretendĆa que hubiera mĆŗsica en las palabras, ritmo y cadencia⦠Cosas que a los mĆ”s no suelen importar, porque la gente, quizĆ” con muy buen tino, lo que desea es que la atrape una historia. En la Universidad tambiĆ©n se produjo la colaboración con la revista que entre unos pocos llegamos a parir.
El largo camino hacia convertirse en escritor profesional
Y entonces me surgió la idea de escribir una novela. Y la empecĆ© y me acompañó, y la abandonĆ© y me miraba como una amenazante propuesta tan dilatada en el tiempo que me duró mĆ”s de treinta aƱos⦠Y despuĆ©s de que dejĆ© atrĆ”s los tiempos de la lucha y la desgracia, una vez que alcancĆ© la madurez feliz de mis cincuenta y tantos aƱos, me decidĆ por fin a rematar aquella historia de un delincuente filosófico que atravesaba Estados Unidos lleno de ideas alocadas, violencia legitimada y golferĆas entraƱables⦠Y una vez que ya en los tiempos en que era feliz y documentado me decidĆ a rematar el tercio de novela que faltaba.
Esa novela, rĆo de vida, no llegó al buen puerto de ser editada, porque alguien consideró que el remate de la historia no compaginaba, el tercio final, no cuajaba con lo anterior. Y yo lo creĆ. Y decidĆ entonces comenzar una nueva novela desde el principio y rematarla con la suficiente premura de tiempo, unos dos aƱos, para que la novela no se descascarillara por costurones y estratos desacoplados. AsĆ me nacieron mis Las Mujeres Imposibles (2018).
Publicar, fallar y volver a intentarlo: la vida de un escritor
JamĆ”s he escrito para mĆ, escribo para los demĆ”s. Hoy hablo de mi historia, de mis criaturas literarias, no tanto de mĆ. Escribir es un oficio pĆŗblico y emblemĆ”tico, solidario y comprometido, se da al mundo una obra, algo ahĆ, algo que no deberĆa obsesionar a nadie con su factor. SĆ©, intuyo, que los escritores necesitan ir tras sus obras por razones de apadrinamiento del negocio, pero a veces es ridĆculo que se confunda lo que uno escribe con sus manifestaciones mĆ”s o menos recurrentes para encandilar a un pĆŗblico que tiende a confundir el seƱuelo con la pieza, el personaje con su obraā¦
Cuando logrĆ© publicar mi primera criatura literaria, creĆ, iluso que es uno, haber conseguido por fin algo, cuando lo que acabĆ© descubriendo que entonces reciĆ©n comenzaba un nuevo vicio, un camino de perfección que pedĆa a gritos mĆ”s etapas, mĆ”s desafĆos.
Mi novela adolecĆa de estructura, era lineal y encantadora, habĆa intentado que tuviese armonĆa y encanto y mĆŗsica y ritmo, pero su estructura era lineal, los capĆtulos se sucedĆan con retratos de mujeres dignas y fuertes, y un sujeto que se las tropezaba y era engullido por su obsesión de buscavidasā¦
El ensayo SabidurĆa PortĆ”til y la vuelta al origen
AsĆ que tenĆa que lograr una novela novela, una verdadera novela con estructura. Porque eso es lo que llegarĆa a demostrar que uno es un escritor y no un simple cuenta historias. De esos fangos estĆ©ticos, vino a nacer mi segunda novela, Madrid Canela 1966 (2022). El juego de voces, las elipsis, los saltos en el tiempo, la trama caleidoscópica, la intriga, todo en esta historia se arma para lograr una obra āliterariaā, un artefacto que cautive a los amantes de la literatura⦠Prueba superada. ĀæY quĆ©? ĀæY quĆ© de quĆ©? Pues eso, que el camino de perfección debĆa continuar. Un camino que no he hecho depender del presunto Ć©xito de un pĆŗblico mayoritario. Me ha bastado con los lectores que, en las distancias cortas, comentan sus pareceres.
Escribir es una tarea ingrata, dura. Te la juegas contra ti. Y ese camino me ha conducido a que hoy les comente que el otoƱo pasado vio la luz SabidurĆa PortĆ”til (2024). Ya sentĆa cumplido mi reto de novelar. Por lo que, si no querĆa abandonar mi dedicación, necesitaba renovar mi camino de lucha contra el tiempo, contra la desidia, contra el todopoderoso dolce far niente.
Y si uno no cae o cede, quizĆ” se deba a que en aquella no casa-tienda de mi infancia y juventud, aquella entraƱable factorĆa de ocupaciones en la que desde pequeƱo me vi atrapado, tenĆa que atender y reponer, ayudar y colocar y despachar – acompaƱado y muy bien alimentado con la escucha de las voces y el saber que para mĆ representaban las amas de casa de mi pequeƱo barrio universo- todo aquello, digo, se me quedó instilado como un dulce veneno que empuja y embriaga.
Reflexión final: el valor de compartir la historia del escritor
Y por eso, para ir acabando, crĆ©anme que si aquel joven que fue el padre de quien soy se entusiasmó con las lecturas en las largas tardes de verano tras el mostrador, dĆ”ndome toda la prisa en volver al libro, ustedes lo deben juzgar por sus obras, que son como conquistas de un niƱo del siglo XX , oriundo de un paĆs muy pobre, al sur del Sur, en un rincón que apenas cuenta⦠Y desde ese rincón, desde ese lugar, uno que se aproximó a los griegos, a los libros bien escritos como modelos, y con toda humildad escribe libros que no le pertenecen, que no suponen sino otra ocupación, como aquella de atender en una tienda, tras un mostrador que enseƱaba y curtĆa.
PoniĆ©ndome sentimental, casi se me olvidaba comentaros que SabidurĆa PortĆ”til es un ensayo para todos los que aman los libros que dicen cosas. No va de la estĆŗpida epidemia del yoĆsmo, que pretende ilustrar sobre filosofĆa y sobre ideas que ojalĆ” contengan la promesa de luz a que aspira el saber: la lucidez.
Busquen mis libros, bĆŗsquenlos y luego dĆganme, por favor, si aquel joven irrelevante e irreverente, tuvo al menos alguna pizca de razón al caer presa de un camino que no es suyo, puesto que solo aspira a seducir a los lectores. QuizĆ” en procura Ćŗltima, pero quĆ© inane, de que, como a todos los que escriben, los lectores les regalen alguna sonrisa, alguna palabra de satisfacción.
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