Resiliencia emocional: La valentía de mostrarse vulnerable

resiliencia emocional y expresión de las emociones

Resiliencia: Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.

Concepto cultural de “ser fuerte”

Durante años se nos ha enseñado, directa o sutilmente, que sentir es un error. Que lo valiente es aguantar, callar y continuar. Refranes populares como “al mal tiempo, buena cara” o “mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer” refuerzan la idea de que hay que soportarlo todo en silencio.

Expresiones como “el que mucho llora, poco avanza” o “hay que apechugar” se han repetido tanto que terminamos creyendo que lo emocional debe esconderse, que mostrar vulnerabilidad es sinónimo de debilidad.

A esto se suman mandatos que nos han marcado de forma distinta según el género. A muchos hombres se les ha dicho que no deben llorar ni mostrar miedo. A muchas mujeres, que enfadarse está mal. Como si ellos no necesitaran protección y ellas no tuvieran derecho a defenderse. Estas no son verdades universales, sino normas culturales que aún persisten, aunque hoy empezamos a cuestionarlas.

La consecuencia de todo esto es desconexión. Cuando negamos lo que sentimos, no desaparece: se guarda, se acumula. Y mientras más lo escondemos, más nos alejamos de nuestras propias necesidades, de nuestras emociones y de quienes nos rodean. Sentir no es un error: es una necesidad vital. Las emociones no interrumpen la vida, la sostienen. Son señales internas que nos ayudan a adaptarnos, cuidarnos y sanar lo que nos duele.

Cada emoción cumple una función

No existen emociones equivocadas. Todas tienen una razón de ser. Son parte de un sistema interno profundamente sabio que busca protegernos y guiarnos.

  • El miedo nos previene del peligro; nos ayuda a evaluar riesgos y tomar precauciones.
  • La tristeza nos invita a parar y reflexionar, a elaborar pérdidas y conectar con lo que valoramos.
  • La ira nos impulsa a defendernos, a marcar límites y cambiar lo que ya no nos sirve.
  • La vergüenza, en dosis equilibradas, nos orienta en el vínculo con los demás, promoviendo la empatía y la responsabilidad.
  • El asco nos aleja de lo que puede dañarnos, tanto en el plano físico como emocional.
  • Y la alegría nos recuerda que la vida también tiene luz, vínculos, belleza y sentido.

Negar o reprimir estas emociones no nos hace más fuertes, solo más vulnerables. Es como desactivar una alarma de incendio para no escuchar el ruido, y luego preguntarnos por qué no vimos venir el fuego.

Sentir como forma de autocuidado

La resiliencia no es resistir sin sentir, ni mantenerse siempre firme. No se trata de no caerse nunca, sino de saber cómo levantarnos cuando algo nos duele. El verdadero acto de fortaleza es permitirnos sentir con honestidad y sin juzgarnos.

Sentir es una forma profunda de autocuidado. Es la forma que tiene nuestro cuerpo y mente de comunicarse con nosotros. Cuando escuchamos nuestras emociones, podemos tomar decisiones más conscientes, pedir ayuda, decir que no, priorizarnos. La resiliencia no es una coraza que nos aísla, es una piel viva que nos conecta con el mundo y con lo que somos.

La piel emocional: una defensa

Podemos pensar en nuestras emociones como si fueran nuestra piel interna. Así como la piel reacciona al calor o al dolor para protegernos del daño físico, nuestras emociones nos alertan ante lo que puede herirnos emocionalmente.

Si tocamos algo que quema, el cuerpo reacciona para evitar una lesión mayor. Con las emociones ocurre lo mismo: cuando algo nos duele por dentro, la tristeza, el miedo o la rabia nos advierten, nos invitan a actuar, a retirarnos, a poner un límite o cambiar algo. Ignorar esas señales es como anestesiar nuestra piel: podríamos seguir lastimándonos sin darnos cuenta.

Por eso, sentir es también aprender. Es conocer nuestros límites, lo que nos hace bien y lo que necesitamos transformar.

Reconciliarnos con lo que sentimos

Tal vez lo que necesitamos no es dejar de sentir, sino comprender qué nos está diciendo cada emoción. Cambiar la pregunta de “¿cómo hago para no sentir esto?” por “¿qué me quiere decir esto que siento?”. Porque cuando escuchamos sin pelear con nuestras emociones, dejamos de luchar contra nosotros mismos.

La emoción no nos debilita. Al contrario: nos orienta. Nos ayuda a entender quiénes somos, qué necesitamos, cómo cuidarnos y cómo avanzar.

Sentir es lo que nos permite vivir de verdad

La resiliencia emocional no consiste en apagar lo que sentimos, sino en abrazarlo todo, lo que duele y lo que ilumina. Significa caminar con nuestras luces y nuestras sombras, equivocarnos, aprender, perdonarnos, volver a empezar. También es permitirnos disfrutar los momentos buenos, abrirnos a la gratitud, al amor, a lo que da sentido.

Porque ser fuerte no es no quebrarse nunca. Es poder reconstruirse, con más verdad, cada vez.

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Isabel Rodríguez @conciencia.psico

Hola.  Soy Isabel, Psicóloga Clínica y Neuropsicóloga. Natural de Lepe. Me gustaría utilizar este espacio que me han cedido para acercar a mis vecinos y vecinas del pueblo conocimientos que espero que puedan resultar útiles, sobre el ámbito de la salud mental, así como proporcionar herramientas que puedan aplicar a la hora de gestionar situaciones de nuestro día a día.

4 comentarios en “Resiliencia emocional: La valentía de mostrarse vulnerable

    1. ¡Muchas gracias Martha! Puedes encontrar más contenido suscribiéndote a nuestra revista en formato físico y te llegará todos los meses a la puerta de tu casa 📞 687 08 40 36

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