México

Hace años, leí un libro de Gary Jennings titulado “Azteca”, cuyo protagonista es un indígena llamado “Nube Oscura”, ya civilizado, que va contando sus vivencias reconstruyendo el agitado mundo de los mexicas. El relato es desgarrador y a veces repugnante por el salvajismo de sus hechos y costumbres entre las que se contaba el canibalismo.

Lo he recordado a raíz de la polémica desatada por Claudia Sheinbaum al no invitar al rey Felipe a su investidura como presidenta del Estado mexicano, alegando que no se ha pedido perdón por cosas que hicieron los españoles durante la conquista, que ya son ganas de liarla a estas alturas.

Esa manía también la padece el gobernante saliente, Manuel López Obrador, que afirmó en cierta ocasión que odia a los españoles y a España y que nunca nos visitará, fíjense qué lástima, como si no nos saludaran ya bastantes personas con más vergüenza y menos traumas que él.

Al no ser invitado nuestro país en la persona de su soberano tampoco asistió el presidente del gobierno a la investidura de la chava antiespañola, que sí fue arropada por los “progresistas” que defienden el terrorismo y las dictaduras.

Esos que aceptan la basura de la Leyenda Negra e incluso agregan a la misma injurias de sus propias cosechas, los hispanófobos que desprecian a España tanto o más que estos presidentes mexicanos, y que se tragan un sapo al EL ANDAMIO DE PAPEL José Dacosta ver que en su DNI pone que son es pañoles, pesadilla que se les pasa cuando cobran el sueldazo por sentarse en un escaño para insultar las instituciones.

Volviendo a lo que fue el Imperio azteca, y a medida que la luz de nuestra cultura fue alum brando su tenebroso mundo, aquellos salvajes dejaron de sacrificar a sus dioses niños a los que arrancaban el corazón en vivo para luego devorar a las criaturas cocidas o asadas.

Ritual este que también practicaban con los prisioneros capturados en las que llamaban “Guerras Floridas” entre tribus, o españoles que caían en sus manos siendo sus bocados favoritos brazos y piernas, las cabezas las ensartaban.

Dudo que haya que pedir perdón por acabar con aquellas atrocidades, y más bien creo que de ben darnos las gracias esos que chapotean en el mar de la historia para inventarse culpables de sus naufragios como políticos.

Hasta hoy, nunca les ha ido mejor a los hispanoamericanos que durante la etapa de la Nueva España en la que fueron españoles con nuestros mismos derechos.

En cuanto a la antropofagia, se dio por erradicada, pero abunda en México y en nuestro país una exótica especie de caníbales políticos que descuartizan y devoran todas las verdades de la historia. No es raro que vomiten mentiras.

José Dacosta


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